Dentro de la agenda de actividades Primavera 2002 anunciada en la página Art& Value de Gold & Time de Marzo estaba la visita a la Colección de Esmaltes de Limoges, expuesta en el Monasterio de Silos (Burgos).
Esta visita finalmente se realizó el día 5 de Abril pasado, y debemos decir que para nuestra sorpresa hubo una escasa, aunque muy agradable, asistencia de los muchos socios y no socios que estamos seguros leen el Boletín de AETA.
La jornada comenzó con la visita a una bodega de vinos de Ribera del Duero en Gumiel del Mercado, donde se nos ofreció una magnífica explicación del proceso de elaboración del vino y de una cata guiada. La exposición motivo de nuestra visita conmemora el milenario del nacimiento de Domingo Manso, que rigió como abad el monasterio de San Sebastián de Silos hasta el año 1073. Tras su muerte pasó a denominarse Santo Domingo de Silos.
En el marco incomparable del Claustro del monasterio, en dos salas adyacentes, se muestra uno de los muchos aspectos por los que ha adquirido prestigio internacional: la producción de obras de metal y esmalte a finales del románico. Desde el “Broche cuadrilobulado” de la catedral de Astorga y el “Arca de San Valero” de la excatedral de Roda de Isábena, hasta la “Estatua yacente del obispo Don Mauricio” (catedral de Burgos), pasando por objetos característicos de la dignidad eclesiástica como báculos de abades y obispos; se hace un recorrido por un pasado que permite contrastar obras en soportes diferentes, y que nos acerca al exquisito mundo de los esmaltes medievales.
En el panel inicial de la exposición se hace una buena explicación de los distintos tipos de esmaltes que existen y de los procesos para llevarlos a cabo, algo que hasta el momento solo habíamos oído de boca del maestro D. José Nicolau. La única crítica negativa que se puede hacer desde nuestro punto de vista gemológico, y que en parte es comprensible dado el objeto de la exposición, es la prácticamente nula referencia a las gemas engastadas en las piezas esmaltadas. La mayoría habían sido expoliadas (solo quedaban los huecos) y de las que quedaban no se decía nada de ellas.
Se da algún caso curioso de que a buen seguro las gemas han sido engastadas mucho tiempo después de hacer el esmalte (había un vidrio aventurina o un cuarzo rutilado con una talla relativamente actual). Hubiera sido interesante para completar el estudio de las piezas haber realizado una catalogación y análisis de las gemas incluidas en las piezas expuestas.
Finalizada la visita pudimos contemplar y asistir al oficio de Vísperas con canto gregoriano que los monjes benedictinos de Silos realizan periódicamente. Ojalá esta pequeña crónica sirva de acicate y estímulo al resto de socios e interesados para que en próximas reuniones o visitas se incremente su asistencia.
Rosa Moreno y Luis E. Ochando (Departamento de Geología, Universitat de València).