Coincidiendo con el primer fin de semana de noviembre —fiesta de los Difuntos, lo que daba un especial sentido trascendente acorde con el lugar— un grupo de socios de AETA realizó una vista a un lugar emblemático del turismo, el arte y la geología española: el Monasterio de Piedra, en Nuévalos (Zaragoza) y su entorno.
La visita tuvo un marcado carácter geológico, más que gemológico —aunque la misma piedra que da nombre al lugar también forma preciosos aragonitos— y contó con una guía excepcional, como es la profesora Cinta Osácar de la Universidad de Zaragoza, quien explicó de forma extremadamente detallada y a veces casi temeraria con sus didácticas y osadas incursiones en las embravecidas aguas del río Piedra, la génesis de un paisaje tan peculiar como conocido, que debe su belleza a la precipitación a impresionante ritmo del carbonato cálcico.
Pudo comprobarse in situ, con datos actualizados, el proceso de formación de cascadas y grutas que caracterizan este paisaje, creado por la interacción entre organismos vivos, agua y piedra a un ritmo sorprendente. La jornada siguiente dio pie al conocimiento del auténtico nacimiento de la mayor parte del caudal del río Piedra, y el valle y cañón del Mesa, con formaciones distintas pero igualmente interesantes.
Lamentablemente la meteorología no fue la idónea impidiendo alguna visita puntual más que no pudo llevarse a cabo por la inclemencia del tiempo. actualizados, el proceso de formación de cascadas y grutas que caracterizan este paisaje, creado por la interacción entre organismos vivos, agua y piedra a un ritmo sorprendente.
La jornada siguiente dio pie al conocimiento del auténtico nacimiento de la mayor parte del caudal del río Piedra, y el valle y cañón del Mesa, con formaciones distintas pero igualmente interesantes. Lamentablemente la meteorología no fue la idónea impidiendo alguna visita puntual más que no pudo llevarse a cabo por la inclemencia del tiempo.
Finalmente, y coincidiendo con este viaje, tuvo lugar la conferencia "Monasterio de Piedra: Geología, historia y leyenda" en las dependencias del propio hotelmonasterio, a cargo de José Arquero, quien, tomando como excusa su libro "Caprichosa" hizo una entretenida panorámica de estas tres facetas complementarias de un lugar que ya en 1871 era considerado como "una de las curiosidades naturales más extraordinarias de Europa".